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El desastre de la app de Sonos: lecciones para desarrolladores

Imagen ornamental, un altavoz sonos en un salón con un cartel con el título del artículo

Sonos, durante más de una década, fue un referente en el mercado del audio doméstico. Altavoces y auriculares inalámbricos de alta calidad (y caros), capaces de reproducir sonido con una nitidez envidiable, convirtieron a la marca en un gigante valorado en miles de millones de dólares. Su hardware era tan bueno que los usuarios estaban dispuestos a pagar cifras elevadas por la experiencia de sonido que ofrecía. Sin embargo, lo que parecía una empresa invencible se derrumbó de golpe a principios de este año 2025. ¿El motivo? No fue un problema de sus productos físicos, sino de su software.

El desastre comenzó con el lanzamiento de una nueva app móvil para el manejo de sus productos, escrita con Flutter, que prometía revolucionar la experiencia del usuario, pero terminó por deshabilitar funciones esenciales en los dispositivos existentes y frustrar (mucho) a los clientes. Al final terminó en una avalancha de críticas negativas, un desplome en la confianza de los consumidores, y finalmente, la dimisión de su CEO, Patrick Spence a principios de enero de 2025.

Este caso no solo expone los riesgos de una mala gestión técnica, sino que también deja lecciones importantes para desarrolladores y equipos de software: desde la presión por lanzar productos sin estar listos hasta los errores en la integración de tecnologías como la nube.

Si eres un desarrollador o trabajas en el ámbito tecnológico, esta historia tiene mucho que enseñarte. ¿Qué salió mal realmente? Vamos a descubrirlo.

La culpa ¿fue de Flutter o de los programadores?

A simple vista, sería fácil culpar a la tecnología. Después de todo, la nueva app de Sonos estaba desarrollada en Flutter, un framework de desarrollo multiplataforma que ha sido objeto de críticas por parte de algunos desarrolladores más tradicionales. Pero reducir el desastre al uso de Flutter sería simplificar demasiado el problema. De hecho, la versión anterior de la app, también desarrollada en Flutter, había funcionado perfectamente y recibido elogios por su estabilidad y rendimiento. Entonces, ¿qué cambió?

El verdadero problema no fue la tecnología, sino las decisiones tomadas en los niveles más altos de la empresa. Según fuentes internas y reportes del caso, los ejecutivos de Sonos ignoraron las advertencias de los ingenieros y apresuraron el lanzamiento de la app en un estado claramente inacabado. Este tipo de decisiones, impulsadas por la presión de cumplir con calendarios irreales o lanzar nuevos productos, suelen ser letales en el mundo del software.

En este caso, una de las principales diferencias entre la antigua app y la nueva fue la creciente dependencia de servicios en la nube, en lugar de mantener la conexión directa con los dispositivos. Esta decisión, aunque con buenas intenciones, fue implementada sin las pruebas necesarias para garantizar su estabilidad. Los resultados fueron catastróficos: problemas de conectividad, pérdida de funciones básicas y una experiencia de usuario que enfureció a los usuarios.

Además, las decisiones de gestión no solo afectaron el producto, sino también a la moral interna de los empleados. Hubo despidos, tensiones dentro de los equipos y una desconexión evidente entre los desarrolladores y los ejecutivos. Esto no hizo más que agravar el problema y dificultar la respuesta de la empresa una vez que la crisis explotó.

Así que no, el problema no fue Flutter. Tampoco los ingenieros. El desastre de Sonos fue provocado por decisiones estratégicas fallidas, una gestión que priorizó la rapidez sobre la calidad y una desconexión entre los equipos técnicos y la dirección.

Es un recordatorio de que, en el desarrollo de software, no solo importa la tecnología que se utiliza, sino cómo se gestionan los proyectos.

Hardware vs Software: animales muy distintos de domar

Sonos construyó su éxito sobre un hardware impecable, de alta calidad, que ofrecía una experiencia de sonido premium a un precio elevado pero justificado. Pero quisieron hacer un cambio, lógico y que parecía sencillo: dar mejor servicio con su hardware a través del software.

Pero desarrollar hardware y desarrollar software es algo muy distinto.

La nueva app de Sonos, que debía ser el complemento perfecto para sus altavoces y auriculares, acabó siendo el detonante de la crisis. No solo eliminó funciones básicas que los usuarios ya daban por sentadas, como ajustar el volumen de varios altavoces al mismo tiempo, sino que también introdujo problemas de conectividad debido a su excesiva dependencia de servicios en la nube. Esto convirtió productos que antes eran intuitivos y funcionales en frustrantes e impredecibles.

En el desarrollo de hardware, el foco está en la durabilidad, el diseño físico y el rendimiento constante. El software, en cambio, requiere actualizaciones frecuentes, pruebas exhaustivas y, sobre todo, una comunicación fluida entre los equipos técnicos y los jefes de producto y la dirección de la empresa. En este caso, además, se olvidaron de algo clave en el software, y más en productos premium como este: tener una experiencia de usuario muy cuidada.

En el caso de Sonos, se obsesionaron con lanzar nuevos productos rápidamente y los ejecutivos hicieron caso omiso de advertencias clave por parte del equipo técnico.

¿Tuvo Flutter la culpa del desastre de Sonos?

Flutter, desarrollado por Google, es un framework multiplataforma que permite crear aplicaciones para iOS y Android (y escritorio) con un único código base, de modo similar a Xamarin en el mundo Microsoft.

Desde el inicio del desastre de la app de Sonos, la elección de Flutter como framework de desarrollo ha sido señalada por algunos como el gran culpable. Sin embargo, al analizar el caso, queda claro que el problema no radicó en la tecnología en sí, sino en cómo se gestionó su implementación y el lanzamiento del producto.

Flutter, como cualquier herramienta, tiene sus ventajas y desventajas, pero no fue el factor determinante en este desastre.

Es importante destacar que la versión anterior de la app, que fue bien recibida por los usuarios, también estaba desarrollada en Flutter. Esto demuestra que el framework no fue el problema principal. De hecho, las fuentes que hay sobre el asunto señalan que los errores graves provinieron de una dependencia excesiva de servicios en la nube y de un lanzamiento apresurado sin las pruebas necesarias.

El verdadero problema fue la gestión del proyecto. Los ejecutivos de Sonos ignoraron las advertencias de los ingenieros y lanzaron una app inacabada, con fallos críticos que afectaron la funcionalidad básica de los dispositivos.

Excesiva dependencia de servicios cloud y la falta de pruebas

Uno de los problemas más graves en el desastre de la app de Sonos fue su dependencia excesiva de servicios en la nube. En versiones anteriores de la app, los dispositivos se conectaban directamente al hardware, lo que proporcionaba una experiencia estable y predecible para el usuario. Sin embargo, con la nueva app, muchas funciones críticas dependían de comunicarse con servicios cloud que intermediaban entre la app y el hardware.

Esto introdujo múltiples puntos de fallo, desde problemas de conectividad hasta errores en la sincronización entre dispositivos, que dejaron a muchos usuarios con productos prácticamente inutilizables.

A esto se sumó la falta de un programa de pruebas exhaustivo. La app fue lanzada apresuradamente, sin haber estabilizado sus nuevas funciones ni haber realizado pruebas suficientes en condiciones reales. Esto significó que errores básicos, como la imposibilidad de ajustar el volumen de múltiples altavoces al mismo tiempo, llegaron al usuario final.

La acumulación de estos problemas fundamentales frustró a los clientes y arruinó la reputación de la marca.

Lecciones para desarrolladores

Esta historia en particular parece un claro caso de mala gestión y de presiones excesivas, y también es un recordatorio de que, en el desarrollo de software, la planificación y las pruebas son tan importantes como la innovación. Sin estas, incluso las mejores intenciones pueden convertirse en un desastre.

Pero además nos sirve para extraer algunas lecciones para desarrolladores. Las particulares serían:

  1. Invertir en pruebas exhaustivas: parece una obviedad, pero antes de lanzar una app es fundamental realizar pruebas en diferentes entornos y escenarios. Esto incluye pruebas funcionales, de estrés y programas beta con usuarios reales. Por supuesto, tener la funcionalidad cubierta con pruebas unitarias.
  2. Priorizar la estabilidad sobre la velocidad: un lanzamiento apresurado puede tener consecuencias desastrosas. Es mejor retrasar el lanzamiento que arriesgarse a poner en manos de los usuarios un producto que no cumpla con sus expectativas.
  3. Minimizar la dependencia de la nube: si hay hardware involucrado, siempre que sea posible, las funciones esenciales de un producto deben funcionar de manera local, y la nube debe complementar la experiencia, no ser imprescindible para su uso básico.

Y, seguramente, la lección más importante: ninguna tecnología es una solución mágica. Elegir un framework determinado sobre otro puede ser una gran decisión o un desastre.

Por un lado, es fácil caer en la tentación de avanzar rápido utilizando "recetas", casi de copiar y pegar, que es como muchos aprenden a programar con los frameworks. Son mágicas y permiten "avanzar" rápido, pero esconden un riesgo: tarde o temprano, algo fallará. Y cuando ocurra, no tendrás ni idea de por dónde atacar al problema.

Por eso, dominar los conceptos básicos de un framework y entender las tecnologías subyacentes es crucial. Saber cómo y por qué funcionan las herramientas te permite detectar problemas antes de que se conviertan en desastres. Depender de recetas rápidas puede llevarte lejos al principio, pero sin una base sólida, esos atajos solo garantizan problemas a largo plazo.

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