Es indudable que el mundo se mueve hacia los servicios de suscripción. Y ni siquiera los sectores más tradicionales se escapan de esta tendencia. Lo cual no quiere decir que siempre vaya a ser buena para todos los implicados.
Y sino que se lo pregunten a los dueños de tractores John Deere en el EEUU profundo.
Aquí quizá no es muy famosa, pero John Deere es una empresa-monstruo que factura 26.000 millones al año vendiendo máquinas para la agricultura y la construcción, y que es conocida sobre todo por sus enormes tractores. En EEUU son intrínsecos: todo el mundo los utiliza.
Desde hace una temporada los tractores vienen con un software de control instalado que entre otras cosas impide que ningún taller no autorizado pueda tocar en el tractor, incluyendo cambiar las piezas más básicas. Esto significa que si un granjero en plena temporada tiene una avería con el tractor, tiene que esperar lo que sea necesario (cualquiera remolca un bicho de estos hasta un taller autorizado a varias decenas de kilómetros) a que se presente un técnico de la marca para ver qué le pasa y repararlo. Esto puede suponer grandes pérdidas y estrés. Aunque, por ejemplo, tuviese un mecánico de confianza cerca que le pueda reparar una transmisión (¡mecánica!) y así poder estar trabajando en poco tiempo, no hay nada que puedan hacer. En cuanto tocas cualquier pieza, el tractor deja de funcionar hasta que la pieza en cuestión "se autoriza" por el software de la marca.
El problema no es solo la espera, y es que un "técnico cualificado" que llega y pincha un aparato por USB al tractor les cobra un fijo de 230$ (unos 212€) además de 130$ la hora (unos 120€) por el trabajo 😱
Otra de las preocupaciones de los propietarios es: ¿qué pasa si dentro de 15 o 20 años sigo usando el tractor pero la marca no quiere prestarme el servicio porque ya no tiene las piezas disponibles? ¿Tiro con el tractor? Y no es para menos...
Ante estas enormes implicaciones económicas para los propietarios, muchos de ellos están recurriendo a "hackear" sus tractores con software ucraniano, que deben comprar en foros privados para los que también hay que pagar por entrar.
La muy recomendable publicación americana Motherboard (en inglés) nos cuenta la historia completa y nos ofrece todo tipo de detalles sobre el software, el submundo que hay a su alrededor, lo que hay que hacer para acceder a esos foros, etc... Es una muy interesante lectura que te sugiero.
El problema no es solo que los propietarios de los tractores tengan que recurrir a algo tan extremo como reventar el firmware de sus vehículos. Es que además en realidad no tienen ni idea de qué están metiendo dentro. ¿Y si ese software tiene malware, como una bomba de tiempo lógica que dentro de unos años para la producción agrícola del país de golpe? ¿o si pide un recate para recuperar el control sobre el tractor?
Desde luego no parece que la estrategia comercial del fabricante de tractores esté haciendo un favor a nadie. Probablemente ni siquiera a ellos mismos, que verán como muchos clientes se van a otras empresas y como a la larga acaban perdiendo más de lo que ganan.
El equilibrio entre el derecho a ganar dinero y la libertad del consumidor
Aunque pienses que esto te queda muy lejos, algo así está ocurriendo ya con nuestros vehículos particulares aquí en Europa también, solo que quizá no seamos tan conscientes de ello. Eso sí, cuando dentro de unos años lleves tu coche, hoy nuevo, a un taller de confianza y te digan que no pueden ponerte piezas o que debes llevarlo al concesionario oficial y pagar un pastón porque lo conecten a una máquina... entonces lo verás claro. Y es que esa es la tendencia actual en casi todas las industrias. Está pasando ya hace tiempo en algunas marcas, y pronto pasará en todas.
Y es que se necesita una legislación que proteja al consumidor de estos abusos.
Por supuesto que es lícito que un fabricante quiera hacer negocio, lo que no es adecuado es que cobre verdaderas salvajadas por un supuesto trabajo especializado que en realidad es una limitación artificial para proteger un mercado. En la actualidad las marcas tienen que ofrecer recambios para sus modelos hasta 10 años después de su fabricación. ¿Pero qué pasa si dentro de 11 años un vehículo totalmente válido y en buenas condiciones se estropea y no hay piezas oficiales? ¿Se pueden negar a que las pongas porque el software no lo permite?
El problema no es tan grave para un particular y un coche utilitario como lo es para un agricultor y la herramienta con la que se gana el sustento. Pero no deja de ser (muy) importante.
No lo sé. Como casi siempre, estas cuestiones son complicadas y hay en juego mucho más de lo que parece. Pero una cosa está clara: siempre será mucho peor que tengas que comprar un software anónimamente en un foro ucraniano o chino para poder cambiarle los frenos a tu coche.
Habría que hacer algo para que no suceda, pero nuestras instituciones y legisladores han demostrado con creces en estos años que van muy (pero que muy) por detrás de la tecnología y de las necesidades de la sociedad.