A medida que estamos más y más rodeados de "dispositivos inteligentes" para múltiples propósitos, somos mucho más dependientes a sus posibles fallos. Y sobre todo con aquellos que están además conectados a Internet, con las implicaciones de privacidad que ello conlleva.
Así, en los últimos meses ha habido fallos relevantes en llaves de coches "inteligentes", dispositivos de control de salud que miden mal tus constantes, juguetes conectados a Internet que exponen los datos de tus hijos, escáneres médicos vulnerables, o puertas de garaje que se le abren a cualquiera.
Y es que cuanto más complejo es el software más probabilidades hay de que algo falle, como todo buen programador sabe.
Una de las últimas empresas en verse afectadas por un bug de este calibre ha sido Nest. Muy conocida en EEUU, fue creada por gente de Apple, fabrica cámaras, termostatos y detectores de humo "inteligentes" conectados a Internet y la compró Google en 2014 por la friolera de 3.200 millones de dólares.
Sus preciosos termostatos tienen una pantalla redonda y aprenden de tus costumbres y del entorno para calentar cada estancia de la casa y al mismo tiempo ahorrar energía. También puedes ver informes y controlarlos desde el móvil. Hasta aquí todo estupendo, excepto quizá el precio (cuestan 249 dólares cada uno).
El problema surgió con una actualización que lanzaron a finales de diciembre. Al cabo de un par de semanas, ya en Enero, un bug entró en acción y una de las noches más frías del año, se estropearon todos a la vez. Miles y miles de hogares a temperaturas gélidas y los termostatos "muertos".
La empresa se desayunó al día siguiente con miles de protestas de usuarios, especialmente los que dependían del chisme para que sus bebés, ancianos o enfermos durmieran calentitos. La empresa reaccionó rápido y enseguida tuvo listo un parche para los dispositivos. El problema es que, dado que estaban "muertos", el proceso de actualización implicaba 9 pasos no sencillos de realizar para todo el mundo.
Muchas personas quisieron demandar a la empresa, pero para su asombro muchos descubrieron que en el contrato que aceptan cuando compran uno de estos termostatos renuncian a su derecho a denunciar a la empresa. Aunque se les rompan todas las tuberías de la casa por congelación debido al fallo del aparato, lo máximo que pueden hacer es recurrir a un arbitraje, el cual debe además celebrarse en San Francisco.
Si vas a desarrollar aparatos para consumo que están basados sobre todo en software, el más mínimo bug te puede costar muy caro. Mucho más que en cualquier otro tipo de aplicación empresarial, salvo que desarrolles controles para centrales eléctricas o aparatos de salud. El hecho de que estén conectados a Internet aún hace las cosas peores puesto que entra en juego la seguridad y la privacidad y las leyes de protección de datos personales.