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Cuando tú o yo cambiamos de trabajo, como mucho actualizamos nuestro perfil de LinkedIn. Y eso si nos acordamos. Pero cuando el emperador de Japón se jubila, es un problema muy grave para mucha gente, y no solo en Japón...
Aunque en su día a día los japoneses utilizan el calendario gregoriano (el mismo que nosotros), el calendario japonés tradicional, propio de esta cultura, es también muy utilizado. En este sistema el tiempo se cuenta por "eras", y cada cambio de emperador define el nombre de cada una de ellas. Por ejemplo, el actual emperador Akihito se coronó en enero de 1989, inaugurando la era Heisei, y acabando con la era Shōwa que lo precedió. Ahora mismo nos encontramos en el año 30 de esta era Heisei. El problema es que, tanto el nombre de la era como su correspondiente símbolo japonés no coincide con el del emperador, sino que se define poco antes de que cambie la era.
Dado que Akihito ha estado en el trono del crisantemo desde antes de la era de Internet, para la mayor parte de los sistemas operativos y programas de ordenador que se utilizan en la actualidad va a ser la primera vez que tengan que gestionar un cambio de era. Algunos lo están llamando el "Efecto 2000 Japonés", pues hay muchos sistemas que utilizan y necesitan ese calendario para funcionar. Shawn Steele, ingeniero de software de Microsoft especializado en lenguajes, ha desarrollado el tema en su blog corporativo, describiendo los posibles problemas, y ha llegado a calificarlo de esta manera.
Al contrario que con el efecto 2000, en el que muchas empresas empezaron a prepararse con años de antelación (y aún así hubo problemas), en este caso el margen de maniobra es mínimo. Aunque anunciaron la abdicación en diciembre de 2017, Akihito va a ceder el trono a su hijo Naruhito el 30 de abril de 2019. Esto significa que no se sabrá el nombre y símbolo de la nueva era como mínimo hasta finales de febrero de ese mismo año. Y esto es un grave problema, pues deja un tiempo de maniobra muy corto.
Y si no, que se lo digan al Consorcio Unicode. Como seguramente sabrás, este consorcio es el encargado de determinar los estándares que se utilizan a la hora de visualizar caracteres de texto y emojis en todos los dispositivos y sistemas operativos que se utilizan en el mundo entero. Casi nada. Ahora tienen que establecer el estándar para esta nueva era, y la próxima versión de Unicode, la 12.0, está prevista para el mes de marzo de 2019. Es decir, que con suerte tendrán unos días y por lo visto no es tan sencillo. Según dicen ellos mismos en su planificación para este evento "los caracteres codificados para este tipo de símbolos de calendario en Unicode tienen descomposiciones de compatibilidad, y estas descomposiciones dependen del nombre exacto que se le asigne a la era. Dado que la descomposición, una vez que se asigne, es inmutable, no se pueden cometer errores de tipo alguno, por lo que no se puede simplemente adivinar y luego cambiarlo, ni sacarlo demasiado rápido". Por lo tanto van a sacar la versión 12 sin ese símbolo y en cuanto puedan lanzarán una versión 12.1 que lo incluya. Si ves la planificación, no es un juego de niños precisamente.
Microsoft ya sacó un parche el pasado mes de abril, con un símbolo supuesto, para que los desarrolladores pudieran ir probando qué cosas les podrían ocurrir. Por ejemplo, va a ser la primera vez en tiempos modernos en la que, además de haber una nueva era, coinciden dos eras en el mismo año, lo cual puede dar problemas a la hora de calcular diferencias de fechas. Cosas por el estilo.
Y para terminar de complicar el problema, hay otro "efecto 2000" en el horizonte para el año 2025, causado por los mismos motivos. Existen muchos sistemas antiguos (bancos, aseguradoras, fábricas...), que son anteriores a 1989, que no hicieron el cambio a la era actual y se creen que están en el año 93 de la era Shōwa, ya que no fueron capaces de adaptarse. En 2025 pasarán a necesitar 3 dígitos en vez de 2 (año 100), y la mayoría no serán capaces de gestionarlo correctamente.
Y es que muchas veces esas "pequeñas cosas culturales" tienen un impacto gigantesco que no acertamos a calibrar 😣
Fuente original: The Guardian
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